Me gusta justificar mi existencia con la utilidad que puedo darle al mundo como si el estar aquĂ no me pudiera ser suficiente como para argumentarlo. Supongo que no es suficiente para mĂ. ¿QuĂ© puedo darle a los demás para que vean que estoy aquĂ? ¿QuĂ© puedo darme a mĂ misma si no me he dado nada? Al merodear entre esas respuestas me doy cuenta de que escribir para mĂ ha sido la máxima conclusiĂłn de que hay una razĂłn para ello, porque de otra manera, ¿quĂ© más podrĂa tener que sea mĂo y me permita sostenerme con esta vida tan dolorosa que cargo a cuestas?
Escribo porque en la larga lista de carreras, profesiones, y opciones que la gente elige cuando es infante, esta fue la que más tenĂa sentido para mĂ, fue la Ăşnica en donde no me dijeron quĂ© debĂa ser. Cuando uno va creciendo, alimentándose de su al rededor, de las creencias que nos dictan, de eso que ya está escrito por lazos familiares o sociales, uno tambiĂ©n va formando la ilusiĂłn de lo que serĂa ese futuro exitoso que se obtendrĂa. Mi oficio nadie me lo sugiriĂł, un dĂa solo agarrĂ© tinta y comencĂ© a recrear un cuento en un cuaderno con diseño de mariposas que me obsequiaron del supermercado. Tengo vagos recuerdos de lo ocurrido.
El cuaderno tenĂa pasta dura, con argollas en uno de sus lados, la mariposa revoloteaba en la portada. Creo que este objeto venĂa de obsequio por la compra de algĂşn producto, adjunto a este, tambiĂ©n venĂa un bolĂgrafo propio. Ese dĂa le roguĂ© a mi mamá que lo adquiriera porque me parecĂa algo muy hermoso, ella siempre solĂa preguntarnos a mĂ y a mi hermana para quĂ© Ăbamos a usar las cosas que nos daban porque en casa nada podĂa ser un despilfarro. Yo tenĂa unos cuatro, cinco años.
Mirando hacia atrás, fue un suceso extraño. Es lo primero que recuerdo de mi contacto con la escritura. ¿Por quĂ© quedĂ© tan atrapada por ese cuaderno y ese bolĂgrafo en lugar de otra cosa? Pude elegir una muñeca, pudo ser un juguete. Pudo ser algo que sĂ tuviese sentido bajo las lĂłgicas de la mente de una niña de cuatro. ¿Por quĂ© un cuaderno y un bolĂgrafo si tambiĂ©n tenĂa algunos en casa que eran asignados para ser usados en la escuela? ¿Por quĂ© tenĂa esta necesidad imperiosa de tener uno para mĂ solamente? ¿Por quĂ© mi mamá accediĂł a conseguirlo? Ella pudo decir que no, pudo decir que el producto al que el obsequio venĂa anclado era innecesario o costoso.
No quisiera sonar como si hubiese un misticismo detrás de esa anĂ©cdota, pero si las señales existen, si las vocaciones existen, si existe el verdadero llamado del ser humano al llegar a la tierra, si cada uno posee un elemento, ese fue el mĂo, despuĂ©s de ahĂ, solo recuerdo tomar las hojas para escribir cuentos, incluso si solo se trataban de mi propia versiĂłn de los ya existentes que conocĂa.
Escribo porque no sĂ© hacer otra cosa, porque nunca me he refugiado en absolutamente nada, en absolutamente nadie. No tengo un lugar dĂłnde correr para esconderme, no poseo pertenencias, ni saberes intelectuales más sofisticados que me ayuden a conseguir millones de dinero, pero sĂ© escribir, y amo escribir con mi alma. Amo que solo se muevan mis dedos al mismo tiempo en que van apareciendo vocablos, como si otra persona lo hiciera por mĂ y yo ingresara en una especie de trance donde no puedo siquiera pensar, solo me enfoco en seguir. Es magia. Quizás es una de las razones por las que todavĂa no me he rendido del todo, quizás lo tome como la justificaciĂłn del por quĂ© sigo viva, del por quĂ© sĂ tengo derecho de seguir respirando, ocupando este pedazo del mundo donde nadie me ve o se beneficia. Cuando la sociedad se vuelva más compleja de lo que ahora es, cuando nos hayan quitado absolutamente todo, cuando la guerra haya desaparecido casas, edificios, personas, profesiones... Yo tendrĂ© esto, y podrĂ© seguirlo haciendo incluso si no tengo un lugar donde plasmarlo.
Escribo todo el tiempo aunque no lo deje atestiguado, cuando no lo estoy haciendo, mi cerebro va creando las oraciones, va formulando las palabras, va apurando las sensaciones y afirmando que sà estoy viva después de todo, que en algún momento lo estuve, que cuando mi cuerpo ya no habite, cada idea de mà quedará retratada en algún sitio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario