domingo, 23 de junio de 2024

The sound of silence

Bitácora N.1 /

No he podido dormir en toda la madrugada. Siempre me pregunto por qué no inicié antes esto de escribir un blog, no tenía la constancia ni la convicción de querer enseñar lo que cargo dentro. Ni siquiera lo he compartido públciamente. No quiero que se perciba la forma de mis emociones, o el hecho de que las tengo. Escribo desde que tengo memoria, aún así es tan difícil digerirlo todavía, el saber que va ser la única manera de sacarlo todo, de hacer que aunque sea una persona me entienda -y sin que eso suceda realmente-. 

Las películas con las que disfruto perder el tiempo tratan de personas intentando ser adultos, que saben que el tren se les pasó, que nada en su vida está ordenado así estén en sus treintas, y que, aún así, escriben, pasan un día de torpeza social, vuelven a llegar a casa a escribir. Esa es la vida que retrato para mí: salir al mundo con poco o nulo éxito para luego llegar a casa a plasmarlo todo en mi computadora vieja con un cigarro y un martini en la mano, así sea que no me gusten los martinis pues nunca los he probado. 

En cuestiones de vivir lo he hecho poco y con tanto recelo que tiene todo el sentido del mundo que mis metas personales sean todas sobre estar en mi cama lanzándome palabra tras otra justo como ahora. Supongo que no pido mucho. Me faltan cuatro años aún para llegar a mis treinta, pero amaría solo poder decir lo que pienso y que la gente lo lea, que se sienta identificada. Siempre supe quién era, quizás por eso ahora mismo mis sueños no son muy presuntuosos. No sueño con una mansión, con un carro último modelo, ni con tener millones de millones, solo quiero ese minuto de tranquilidad donde rebosa el tecleo de la máquina. 

Sigo sin poder dormir. Pasé un mal despertar debido a mis malas decisiones alimenticias de los últimos días. 

Hace poco me topé con un blog del 2006 intentando darle nombre a este porque lastimosamente la url que quería ya estaba ocupada, pero cuando vi ese blog con el nombre que quería me gustó tanto que se me olvidó el desagrado, y comencé a leer a la autora detrás, dejó de escribirlo hace tiempo, se llama Esmeralda -o al menos eso aparece en su perfil de usuario-, en su momento tenía dieciocho años, es una mujer chilena. Hoy volví a ese link porque quería consolarme leyéndola un poco. 

Esmeralda en estos momentos debe tener unos treinta y seis. Diez años más que yo. Me gustaría decirle que sus palabras son lo único que leo últimamente. Me gusta la realidad que hay en sus relatos, también el formato en el que escribía. Me gusta leerla y darme cuenta que la vida sigue siendo la misma, la sociedad sigue siendo la misma, solo cambian las personas que están ahí para atestiguarlo. Me gustaría decirle que el mundo no se acabó en el 2012 como predijeron los mayas, que espero que esté bien, que ojalá siga escribiendo porque me encantaría leerle, que tenemos muchas cosas en común, o bueno, que tengo muchas cosas en común con su versión casi-adulta, en especial el gusto musical pues he encontrado muchas bandas que concuerdan, y que es raro cómo todo esto puede ser una capsula del tiempo donde los demás se dan cuenta que estuviste vivo, que exististe, y que lo hiciste de la mejor manera que podías.

Tengo ganas de enviarle un correo, pero no sabría qué más decirle o cómo justificarlo, de todas maneras ni siquiera sé si sigue usando el mismo e-mail, sería muy extraño, sabiendo que no escribe desde hace poco menos de dos décadas. ¿O seré yo poniéndome excusas?


P.D. Mrs. Robinson de fondo, pero no la versión de The lemonheads sino la de Simon & Garfunkel. Y a propósito de ellos... ¿Por qué la versión musical de una oración católica tiene el ritmo y el sonido de la versión acústica de "The sound of silence"? 

No hay comentarios.: