sábado, 29 de junio de 2024

De adultez y de nada

Bitácora N.2 

Ser adulto es enfrentarse constantemente a que ya no eres lo que estabas construyendo cuando creías que las cosas se componían de cierta manera, así mismo es toda la vida, supongo que es una condición del ser humano el hecho de reinventarse tanto... Valoro muchas cosas que antes no habría podido pensar a profundidad, ¿será eso a lo que se refieren cuando hablan de que se desarrolla tu lóbulo frontal en el cerebro?

Los pensamientos han madurado, he creado ideologías sólidas, he visto la importancia de la prudencia, del buen manejo de la comida, del dinero, del ahorro, del autocuidado, de mi vida académica, y laboral. A su vez, algunas cosas son más complejas de llevar a cabo. Antes era muy terca -aún me quedan vestigios de esto-, tenía voluntad y determinación para hacer lo que me proponía, era impulsiva e intensa, ahora reconozco mis limitaciones. Antes también era tenaz, no me importaban mucho las personas, me daba igual realmente si alguien ingresaba o salía de mi vida, ahora me aterra la fragilidad de los vínculos o lo complejo que es no crearlos sino mantenerlos...

Acabo de salir de una ruptura que me exprimió de todas las maneras posibles. Antes me habría tomado muy poco tiempo superarlo y seguir adelante, matar esa persona dentro de mí, pero ahora cada día que pasa es darme cuenta de las cosas que ocurrieron, de lo que hice, de lo que me hicieron, de lo que dejé pasar, y de lo que todavía tengo por decir pero que no diré porque hace parte de mi proceso, no del otro. Tener una noción tortuosa del tiempo que transcurre. Intento no desahogarme en redes porque a estas alturas ya me parece patético buscar ese tipo de validación -nadie sabe acerca de lo que estoy pasando, sería como gritarlo al mundo, sería pedir atención-, también intento respetar los espacios, no buscarle, no normalizar eso de espiarle desde lejos si claramente nos hemos eliminado de todas partes. Le silencié, borré su número y contacto, evito a toda costa ir a buscarle. Quizás es por eso que desde la ruptura seguíamos apareciendo hasta que vimos que era contraproducente hacerlo. Era innecesario y doloroso. No voy a caer en eso tan bajo de enviarle indirectas, de mentir al decir que no siento nada, de fingir una "superación" milagrosa de los varios meses de relación que compartimos, ni siquiera me interesa restregar cómo sigo adelante, porque a pesar de que sí esté siguiendo, no es de mi interés no ser genuina con mis emociones: si me duele, voy a abrazar el sentimiento, si me tranquiliza, lo agradeceré, así como también soy consciente de que estoy mejor así, muchísimo mejor, en paz. La mejor decisión que pudimos haber tomado fue esa, y nadie me lo va a poder quitar de la mente en mucho tiempo.

Nunca es bueno permitir que una persona se lleve tanto, cuando comienzas a perderte a ti mismo para complacer al otro, para cumplir sus caprichos, para dejar pasar las toxicidades que deberían ser erradicadas en una relación en lugar de perpetuadas, lo mejor que hay que hacer es terminar. 

Cuando era una adolescente solo reprimía cada dolor, creía que era lo óptimo para no sufrir, era una roca. Ahora sé que amar de verdad nunca va a ser una pérdida, y que al final me iré tranquila porque lo di todo, orgullosa de mí por hacerlo bien, sin remordimientos ni miradas hacia atrás. Esa soy yo.

Siempre me pregunto cómo hacen las personas mayores para llegar a la adultez y olvidarse del niño que fueron, o también para no desligarse de este y no sanarlo, cómo hacen para vivir con la sombra de lo que hicieron otros con ellos al crecer. Vivo cada día pensando cómo puedo honrar esa niña que fui, cómo puedo tener mis sueños sin atrofiar los suyos, cómo puedo negociar con ella el hecho de que no tenemos la vida que tanto fantaseamos, ¿estará contenta de saber que nadie me salvó, yo misma lo estoy haciendo? 

Cuando tenía dos años mi Mamma me disfrazó de una especie de caballero de armadura, y creo que esa esencia se ha quedado conmigo porque si fuera un personaje de la fantasía medieval sería ese: un caballero, un guerrero, con armadura pulida, y espada filosa. 

El sábado se pinta cálido y tranquilo, tengo mis metas pegadas en la garganta, muchas preguntas y dudas, ganas de vivir bien. Tengo más razones para ser feliz últimamente, aunque las que no lo son, me estén quebrando de a poco. 

Suena "Caught in between" de Micah P. Hinson. Escribo sobre mi cama, después de desayunar, queriendo un poco de café para que complemente mi outfit de escritora sassy llegando a sus treintas.

P.D. ¿Ya se podría considerar que soy alguien en la vida? 




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