Bitácora N.7
Interior - Noche- HabitaciĂłn.
Llevaba dĂas sintiĂ©ndome derrotada. Pensaba más seguido en la muerte que nunca, no soportaba verme al espejo. Aquello no ha cambiado tanto, el sabor insĂsipido de los dĂas se ha convertido en un purĂ© de papa con ketchup: intragable; y he intentado sobreponerme a ello, quizás no con la suficiente fuerza como para erradicar los pensamientos de mi sistema, pero algo es algo, ¿no?
Mis palabras se tintan de dolor y lágrimas. No siento los dĂas que transcurren sin un mĂnimo de piedad. No hay tregua, la cotidianidad se torna insoportable.
Este fin de semana, al menos, pude ver a mis amigos y quererlos. Viajamos juntos, nos bañamos en el mismo jacuzzi, compartimos cena, desayuno, almuerzo, en ese orden. Casi un dĂa entero de sonrisas, conversaciones reflexivas, respiros al fin. Me siento afortunada de haberme topado con ellos. Me alegra que sus dĂas estĂ©n tintados de alegrĂa, por lo menos.
Dejo fotos de un fragmento del viaje como si pudieran reemplazar el poco detalle brindado ante mi pesimismo emocional acutal.
¡Y aquĂ estoy yo! Temblando de sosiego ante el abismo, pero de pie.
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